Rito de paso innegociable, con hermanas.
Honro el laberinto que crearon mis hermanas de camino el día de mi 49 cumpleaños, materializando mis deseos, sin dudar. Cada una de ellas se puso al servicio de mi anhelo y entre risas y cantos lo crearon, y yo, mirando, sin hacer, solo gozando de la obra que estaba siendo alzada con tanto amor y sororidad, permitiéndome estar quieta y recibiendo (un entrenamiento difícil para mi carácter de cuidadora) tumbada al sol, desnuda, con mi nueva piel, una piel aparentemente más fina, frágil , vulnerable, despojada de velos. A las mujeres se nos afina la piel, se nos dibujan pliegues y surcos, dejamos entrar el sol y la luz a través de las grietas, vamos mudando capas de supervivencia y personaje y quedamos transparentes, a la vista.
En el bosque de Chi, el laberinto anterior, tenía su entrada en el Sur, honrando esta puerta y sus características de el arquetipo de la Madre. Decidí el diseño a los 44 años, ya sintiendo los coletazos de mi cambio, pero sin atender todavía a la llamada del climaterio, que me iba seduciendo de a poquito, susurrando.
A los 47 años, ya con el volumen alto y materializado de los cambios físicos y espirituales de este portal, un jabalí arrasó con el laberinto de piedras una noche de brumas, después de una catarsis profunda de mi estructura supe que el animal había materializado la transmutación de mi arquetipo, que tocaba parar y dejar la Tierra y a mi ser macerando.
Hoy , con los pies descalzos ,a las 6h de la madrugada, arrebatada por la llamada del lugar sagrado que tanto amo, he subido al bosque para contemplarlo. Me ha despertado una ola de calor, he estado atenta a su descenso y he salido al bosque, me he postrado ante tanta belleza y privilegio de saberme Guardiana de este símbolo que se han caminado y caminarán las mujeres de la comunidad que deseen cruzar hacia la orilla ,honrando sus pasos y senda de cíclica.
Escribo estas letras a mis 50 años, después de 15 meses sin sangre, con la mirada panorámica hacía los 35 años de ciclicidad lunar y sangrante y habiéndome acomodado a la rueda de la vida en esta etapa vital y arquetípica de la Chamana: ya empiezo a comprender el sentido colectivo e individual del climaterio y la menopausia.
He escuchado y leído mucho a las mujeres sabias de mi comunidad, mujeres que me inspiran :nombro a Eulàlia Pàmies, Carmen Escribano,Marianna García Legar, iaia Pilar Vergés, a la abuela Margarita y a Montse Catalán Morera. También he leído a Christiane Northrup y a Susun Wood con pasión y he comprendido la importancia de estar acompañada y en círculo, con mujeres que se están transitando este cambio vital hacía la segunda parte de su vida.
Sabemos qué pasa con las hormonas, con el colágeno, con la elastina, con la anatomía íntima y si no lo sabemos, lo podemos encontrar por las redes, a cualquier hora, con toda la información disponible para nuestra mente, pero los espacios comunes,las miradas de igual a igual y el recorrido espiritual, no se encuentran en las redes y aunque sacien nuestra parte cognitiva, nuestra alma se aposenta con los compartires y las danzas con otras mujeres, en lugares cuidados, sudores, puestas en común y escuchas.
Este año abrimos la tercera edición del acompañamiento grupal, íntimo, con propuestas para subirte las mangas, ofrecerte cuidados , amasar tu historia, destilar tu camino y dibujar tus siguientes pasos.
Más información:https://chidelluna.com/2020/02/07/alquimia-femenina-la-segunda-primavera-climaterio-copia/
Nombro a cada una de mis hermanas que han acompañado con el alma mi ser en mi rito de paso y a Lucia, que me abrió e camino: Farners Aymerich, Eva López y Suri, por iniciar las coordenadas, las risas y los peregrinajes.
Lucia Leiva, Jessica Malvarrosa, Daniela Ruiz, Ona Montfort, Montse Romero, Mónica Calderón, Barbara Birch, y Olga Ros por las piedras, los cantos, las ofrendas y la entrega.